El hombre que alcanzó el fondo del mar

Hoy, en USO LUCENA, queremos rendir homenaje al ingeniero y explorador submarino Jacques Piccard.
Un auténtico aventurero que falleció a la edad de 86 años, realizando un gran número de aportaciones al desarrollo de la exploración abisal y la conservación del mar, pero ante todo se le recordará por una hazaña singular: el 26 de enero de 1960, en el batiscafo 'Trieste', él y el teniente Don Walsh, de la Marina de EEUU, alcanzaron el fondo del abismo de Challenger, al este de las islas Filipinas. La profundidad reconocida del descenso fue de 11.034 metros, el punto más profundo del planeta.

Aunque inspirado por su padre, Auguste, otro ingeniero y aventurero que en 1931 se convirtió en el primer hombre que llevó un globo a la estratosfera, Jacques, para sus exploraciones, no dirigió su mirada al cielo sino a las profundidades del océano. En un momento en el que Hans Hess y Jacques Cousteau servían de estímulo para que otros les siguieran al reino subacuático más cercano a la superficie, y sólo dos años y medio después de que se pusiera en órbita el primer satélite artificial del mundo, el Sputnik 1, Piccard protagonizó el descenso más profundo que podía hacer un hombre en el abismo.

Ahora que tenemos en órbita una estación espacial tripulada y que enviamos robots de misión a Marte, es fácil ignorar la magnitud de la hazaña de Piccard. En el espacio, la diferencia de presión entre el interior y el exterior de una nave es de una atmósfera. En el fondo del abismo de Challenger, el 'Trieste' tuvo que soportarla mil veces; la presión equivalente es de más de ocho toneladas por pulgada cuadrada. Realizar esta inmersión pionera a unas profundidades tan extremas exigió un coraje y una determinación supremos. El momento en que Piccard y Walsh más tuvieron que demostrar tales cualidades ocurrió a las cuatro horas de inmersión. A una profundidad de 9.000 metros, y en medio de un ruido estruendoso, una de las ventanas de su Perspex se rompió en pedazos. Sorprendentemente, decidieron continuar el descenso y llegaron al fondo 40 minutos más tarde.

«Con mucho, el hallazgo más interesante que hicimos fue el del pez que se acercó flotando a nuestro ojo de buey», diría Piccard más tarde. «Nos quedamos atónitos al encontrar formas complejas de vida marina allí abajo». Su descubrimiento de organismos vivos a tal profundidad motivó la prohibición de depositar residuos nucleares en las fosas oceánicas.

Piccard nació en Bruselas, dentro de una familia suiza de exploradores e ingenieros vocacionales. Asistió a la École Nouvelle de la Suisse Romande en Lausana, y en 1943 se matriculó en la Universidad de Ginebra, donde estudió económicas, historia y física. Interrumpiendo su educación durante un año, en 1944 sirvió en el Primer Ejército francés. Al licenciarse, reanudó sus estudios y obtuvo su licenciatura en 1946.

Inició su carrera profesional en la Universidad de Ginebra, donde impartió clase de economía, pero su destino estaba en otra parte. Fascinado por las aventuras de su padre (Auguste ya había batido récords de altura con su globo), el joven Jacques se puso a ayudarle en el desarrollo de un nuevo tipo de vehículo sumergible llamado batiscafo, que empleaba técnicas de flotabilidad que ya había utilizado para sus globos.

Entre 1948 y 1955, padre e hijo construyeron tres batiscafos, que lograron un récord de profundidad de 6.000 metros. Animado por este éxito, Jacques abandonó su carrera de Económicas y se concentró en mejorar la capacidad del batiscafo para la exploración abisal.

El 'Trieste' iba a ser el último batiscafo de Auguste. Construido en Italia, fue botado por primera vez en 1953. En 1958 lo compró el ejército de EEUU, que lo preparó para el Proyecto Nekton, una serie de inmersiones extremas en la Fosa de las Marianas. De cara a ellas, se le dotó de una nueva esfera de acero de 13 toneladas y 12 centímetros y medio de grosor, elaborada por la fábrica de acero de Krupp en Essen, Alemania, que proporcionó al batiscafo una cápsula de protección y equipamiento para mantener las constantes vitales de dos personas.

La flotación se conseguía al suspender la esfera de presión debajo de enormes tanques con 20.000 galones de gasolina. Como lastre se llevaron nueve toneladas de bolas de hierro, empaquetadas como si fueran sacos de arena, que permitían al batiscafo descender y luego retornar a la superficie. Así que el 'Trieste' cerró el círculo familiar, y recordaba más a uno de los globos estratosféricos que introdujo el padre de Jacques que a un submarino convencional.

Aunque el 'Trieste' fue retirado del servicio en 1961, un año antes de la muerte de su padre, Piccard siguió diseñando y construyendo sumergibles y haciendo expediciones submarinas. Construyó varios mesoscafos, unas naves para uso en profundidades medias que fueron presentadas como «los primeros submarinos turísticos del mundo». En 1964, durante la Exposición Nacional Suiza, en Lausana, el sumergible de Jacques, el 'Auguste Piccard', condujo a más de 33.000 pasajeros al fondo del lago Ginebra.

En otro de sus sumergibles, el 'Ben Franklin', Jacques y cinco tripulantes pasaron cuatro semanas explorando la corriente del Golfo en agosto de 1969. Navegaron en dirección norte desde Florida durante más de 3.000 kilómetros y a una profundidad de 300 metros. La misión cautivó la imaginación de Wernher von Braun en la NASA, quien se sirvió de ella como analogía para estudiar los efectos de un vuelo espacial tripulado de larga duración. Piccard hizo otras 2.000 inmersiones científicas y divulgativas en su minisumergible, el 'F-A Forel'. Su último sumergible fue el 'PX-44', el prototipo de una nueva generación de submarinos para pasajeros, diseñados para ser producidos en serie.

En 1961, Piccard, en compañía de su amigo, el geólogo Robert S. Dietz, publicó un relato de la expedición al abismo de Challenger en su libro 'Siete millas bajo la superficie'. En él, predijo que el fondo del mar se convertiría en la nueva frontera para la explotación de recursos.

El amor de Piccard por el medio acuático trascendió el campo de la exploración, puesto que fundó y presidió la Fundación para el Estudio y la Protección de los Mares y Lagos, con sede en Cully, Suiza. Ocho meses antes de su muerte, se le nombró doctor 'honoris causa' en la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica).

En 1953 se casó con Marie-Claude Maillard, con quien tuvo dos hijos y una hija. En 1999, su hijo Bertrand, junto al británico Brian Jones, continuó la tradición aventurera de la familia al completar la primera circunnavegación del planeta en un globo de aire.

Jacques Piccard, explorador e ingeniero, nació el 22 de julio de 1922 y falleció el 1 de noviembre de 2008.

1 comentario:

  1. wow!!!! que interresante saber q dentro de nuestro propio planetas hay lugares mas enigmaticos q afuera de este

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